--PRIMERA PARTE--
1. Martin Fierro se hallaba en
una pulpería (bar-despensa) y decide contar su historia, pidiéndole a Dios y a
los santos que lo ayudaran a refrescar su memoria y aclaren su entendimiento.
El decía que no era cantor letrado, que si se ponía a cantar no iba a terminar,
que hacia gemir a la prima y llorar a la bordona (Cuerdas de la viguela).
Contaba que tenía mucha experiencia en la vida, y que nada enseñaba tanto como
el sufrir y el llorar.
2. Fierro va narrando su vida feliz como gaucho, pero explica
que después comenzaron las desgracias. Dice que tenía hijos, vivienda y mujer;
y comienza a detallar los trabajos propios de un gaucho. Vivian escapándose de
las autoridades, pues esta se llevaba a los gauchos y los maltrataban sin que
estos pudieran defenderse. Luego los mandaban a la frontera o los echaban a un
batallón. Fierro cuenta que así empezaron sus males.
3. Un día se
encontraba en una pulpería cantando, y el Juez de Paz realizo una arriada en
montón. Algunos lograron escapar, pero él no porque era manso y no había el por
qué huir. Pero el juez lo odiaba a Fierro, pues este en las últimas elecciones
no había ido a votar y el juez lo considero de la oposición, y lo mando a la
frontera. Allí al principio no hacían nada, pero después los empezaron a tratar
como malevos y los obligaron a hacer trabajos duros. Los indios entraban cuando
querían, a su territorio, pero no los perseguían. Entonces les dieron armas,
pero eran lanzas y otras armas primitivas, pues para las armas de fuego no
tenían municiones. Una vez, los atacaron por sorpresa al salir de un malón, y
un indio se le vino encima a Fierro con una lanza, pero este le tiro sus
boleadoras bajándolo del caballo y matándolo. Luego se subió al caballo y se
escapo al fuerte
4. Esperaron que llegara
el sueldo pero no venia, y la miseria los acosaba. No tenían nada de ropa, pero
a él le quedaba solo una manta de abrigo que se la saco al Comandante. Paso un
año y las cosas seguían igual. Luego dieron algo de dinero, pero a él no lo
llamaron a cobrar por que "no estaba" en la lista. Se disgusto
Fierro, pero de esto se entero el comandante y llamo al Cabo y al Sargento,
quienes después le dieron un castigo.
5. Fierro esperaba una
ocasión en que los indios entraran y hacerse el cimarrón (salvaje) y volverse
para su pago. Creía que si se quedaba iba a morir. Una noche un gringo borracho
no lo reconoció y le disparo a Martin Fierro, pero no le pego porque estaba
mamado. Por el ruido salieron los oficiales y lo atraparon a Fierro y lo
tiraron al suelo. En eso vino el Mayor y le empezó a gritar. Luego lo ataron de
las manos y de las piernas; y toda la noche Fierro le estuvo haciendo
maldiciones al gringo.
6. Se reunió una
militada para una expedición que iban a hacer sin carretas ni baguales
(caballos), para golpear a los indios en sus mismas tolderías, y que vendría
con ellos un ministro llamado Don Gansa que iba a reunir el ejército y que
tenía cañones. Fierro explica que él nunca fue un gaucho dominado, que nunca se
ha acobardadado. Un día que estaban reunido el Jefe y el Juez de Paz, Fierro
agarro un caballo y se escapo. Volvió a su pago al cabo de tres años convertido
en desertor. Cuando fue para su rancho no encontró ni el rastro de este.
Después le conto un vecino que sus hijos trabajaron como peones y su mujer se
fue con no sabe que gavilán, pues el campo se lo pidieron y la hacienda la
vendieron para pagar arrendamientos. Fierro piensa que sus hijos están
sufriendo mucho, y decide hacerse gaucho matrero ("malo”)
7. Luego Fierro
comenzó a ser perseguido porque pensaban que era un vago, lo que se vio
obligado a huir constantemente. Además el no tenía ni mujer, ni rancho, ni
dinero, ni hijos. Un día se entero que había un baile por allí y se encontró
con muchos amigos que se alegraron al verlo. Al ver llegar una morena la
ofendió. El que la acompañaba había estado juntando rabia, y luego de otra
ofensa de Fierro, el moreno se le vino encima pero el gaucho le pego con un
porrón de ginebra. Luego el negro lo atropello y le tiro dos cuchillazos que le
logro esquivar; pero Fierro le devolvió el ataque y lo hirió. Volvió a venirse
furioso, el moreno, encima de Fierro pero este lo hirió nuevamente
matándolo.
8. Otro día, en un
boliche, entro un gaucho guapo y peleador; y lo provoco a Martin Fierro. Este
le respondió y comenzaron a luchar, pero Fierro lo mata de un revés con el
facón (cuchillo) y se retira del lugar.
9. Fierro se la pasaba
matrereando de día, pero siempre sobre el rancho estaba para vigilar que la
policía no lo agarre, y de noche buscaba una guarida para que no lo atrapen. Un
día, se hallaba contemplando las estrellas y escucho ruido de caballos que se
aproximaban. Era la policía que lo había venido a buscar por sus crímenes. Pero
Fierro no quería entregarse y tuvieron que luchar. Un policía le disparo, pero
erro el tiro, y el gaucho aprovecho y lo hirió a otro que estaba acomodando las
boleadoras. Otros dos se le vinieron encima, pero con faconazos los mato. Luego
un policía lo venía a atacar, pero Fierro le echo tierra a los ojos y le clavo
el facón. En eso uno de los policías, llamado Cruz, les dijo a los otros que no
era justo que le den muerte así a un valiente y se paso al lado del gaucho, con
lo que la pelea se emparejo, y al venírsele dos encima los mato. Al ver esto,
el resto de la policía escapo. Después se dirigieron a un rancho y se pusieron
a beber
10. Cruz le empieza a
contar su historia: habla del gaucho, y de su mujer; y le explica como conoció
al Comandante. Este lo tenia de lado a lado y no le pagaba nada. A veces lo
mandaba a hacer viajes largos. Pero en una ocasión, entro a su rancho y lo
encontró abrazando a su china. Este, por el temor, saco su espada y se le vino
encima a Cruz. Le tiro un espadazo, pero el ágil gaucho lo esquivo y golpeo al
Comandante. Pero en eso entro un hombre del comandante, y le disparo pero no
acertó, y Cruz se le acerco y lo mato de un taconazo. Luego agarro sus ponchos
y sus prendas y se fue para siempre del rancho
11. Luego supo Cruz
que había una milonga por la zona y allí fue. Se puso a bailar, pero el
guitarrero lo ofende con una payada y Cruz de un faconazo le corta todas las
cuerdas de la guitarra. Un gringo con fusil acudió en defensa del cantor
entonces Cruz se vio obligado a salir. De adentro de la pulpería salió el
guitarrero y se puso a pelear con Cruz, pero este con un corte lo dejo en el
piso. Monto su bagual y se largo a los campos.
12. Un día lo llamo el
juez a Cruz y le propuso que se hiciera soldado de policía. Así obtuvo el cargo
de sargento, pero como a él no le gustaba andar con el revólver en la cintura y
por haber prestado ayuda a Fierro que no lo iba abandonar, decide dejar la
policía y seguir como matrero
13. Luego se retiran
del rancho y mientras van cabalgando, Fierro alaba las creaciones de Dios, en
especial la mayor que le dio al hombre que es una lengua que habla. Luego
deciden ir a tierras indígenas, al lugar donde estaban los caciques, pues estos
trataban a los cristianos que iban por su gusto de "hermanos". Y
hacia esas tierras partieron porque allí iban a tener más seguridad y pasarían
menos males. Cruz y Fierro, arriando su tropilla cruzaron la frontera. Y cuando
la habían pasado Cruz le dijo a Fierro que mirar a su pueblo, y a este dos
lágrimas le rodaron por la cara. Siguieron su rumbo y entraron al desierto. El
relator concluye diciendo que no sabe si se habrán muerto y que él ha relatado
a su modo: "Males que conocen todos, pero naides canto"
-SEGUNDA PARTE-
14. El relator pide
silencio porque va a demostrar que a su historia le faltaba lo mejor. El
explica que uno viene como dormido cuando vuelve del desierto, que había
recibido la facultad para el canto y que tanto el pobre como el rico le han de
dar la razón.
15. Fierro,
tristemente, va recordando a su familia y a su pago, y en ocasiones se tira
entre los yuyos a llorar por ellos. Recuerda también que se dirige al desierto
con Cruz, y llegaron a unos toldos de salvajes. Cuando estos los vieron a Cruz
y a Fierro se armo un tremendo alboroto y los rodearon. Los gauchos pensaron
que morirían, pero en eso llego un indio que les dijo que su salvación se la
debían a un cacique, y que ellos iban a quedar cautivos. Como el indio era muy
desconfiado, los pusieron separados bajo vigilancia
16. Fierro no pudo
hablar con Cruz por dos años, pues recién al cabo de ese tiempo el cacique los
dejo vivir juntos, y estos se fueron a la orilla de un pajal. Como el alimento
no abundaba por más empeño que se hiciera, semejante ejercicio hacia diestro al
cazador, que tenía que comer cualquier animal.
17, Fierro explica que
antes de aclarar el día, el indio empieza a aturdir la pampa con su rugir, y a
veces, sin que él y Cruz sintieran nada se largaban a invadir. Cuenta que para
realizar el malón, se procuran los mejores caballos y van con lanza sola,
varios pares de bolas y nada más, para no fatigar al caballo. Es cruel el indio
y odia al cristiano. El peso del trabajo lo dejan a sus mujeres, pues ellos son
ladrones, pero viven en miseria que causa horror.
18. Cuando la invasión
regresa, los indios traen miles de cabezas de vacas y yeguas y negocios enteros
que han saqueado. Luego se reparten el botín con igualdad y cada indio va a su
toldo. Cuando el hombre es más salvaje, trata peor a su mujer. La mujer pronta
esta para servir a un desgraciado, pero tiene corazón de madre. El indio no
tiene cariño a nadie ni sabe lo que es amar, y eso se refleja cuando matan a
sus mujeres sin tener compasión.
19. Paso el tiempo y
ellos seguían solitarios. De los indios sanguinarios no tenían que esperar,
aunque el que los salvo cuando llegaron era más hospitalario. Este les regalo
dos caballos y a veces los fue a ver, aunque Fierro deseaba que jamás lo
hubiera salvado. Al cabo de un tiempo, apareció la viruela negra y empezaron a
morir los salvajes. Cruz y Fierro, por esto, tenían ganas de volver a sus
pagos, pero como el indio que los salvo enfermo, decidieron ir a su lado a
cuidarlo. Pero murió a los pocos días y Cruz también enfermo, muy grave, y
antes de morir le pidió a Fierro que si volvía, busque a su hijo. Tuvo un
terrible desmayo y murió.
20. Fierro sepulto a
su amigo y humedeció aquel terreno con su llanto. Escuchaba a cada rato a Cruz
que lo llamaba, y no encontraba consuelo que ir al suelo al lado de su
sepultura. Allí pasaba las horas pensando en su mujer, sus hijos, su pago y su
amigo. Como escucho unos quejidos se aproximo a ver que era y descubrió que era
una cristiana llena de sangre que un indio había herido con su rebenque.
21. Supo después que
ella llevo una comitiva de indios pampas a su partido, mataron a su marido y se
la llevaron cautiva. Tenía un hijito a su lado. Cuando estos crecían, los
indios lo vendían o los cambiaban por potros. Ella trabajaba para una india,
pero un día la hermana de esta falleció y le echaron la culpa a ella por
brujería. El indio la saco al campo y la obligo a que confiese su brujería,
pero como la cautiva no dijo nada, degolló a su hijo.
22. De ella habían
sido los lamentos que Fierro escucho. Cuando el indio lo vio saco sus
boleadoras y el gaucho su facón. Se miraban mutuamente, desconfiando uno del
otro, hasta que el salvaje se le vino encima y le tiro las boleadoras, que solo
rozaron a Fierro, quien le tiro una puñalada, pero el indio la esquivo, y el
gaucho se enredo con el chiripa (poncho colocado en forma de pañal y prendido
con alfileres ceñido con la faja y a veces el tirador o rastra, que utilizaba
el aborigen y el gaucho) y cayo. El indio se le puso encima y cuando le estaba
por pegar, la mujer lo empujo quitándoselo de encima a Fierro. Siguen peleando
pero el indio se resbala con el cuerpo del chiquito degollado y cae, y el
gaucho aprovecha para hacerle un tajo y luego otro con el que lo mata.
23. Se subieron,
Fierro y la cautiva, a los caballos y se fueron del lugar. Luego describe la
forma en que los salvajes domaban potros. Decidió ir sin rumbo. Varias veces no
comieron o comieron carne cruda, y en otras con raíces se mantuvieron. Hasta
que, después de mucho sufrir, alcanzaron a divisar una sierra y luego se
dirigieron a una estancia, en donde se despidió de su compañera.
24. Al acercarse a
otra estancia, se encontró con un viejo amigo. Este le conto que el juez que lo
buscaba ya había muerto; le dice que ya todos sus crímenes habían quedado en el
olvido y que el gobierno no lo buscaba. Fierro reflexiona que por culpa del
Juez había perdido diez años, que no son pocos para quien ya llega a viejo. Se
entero que había una carrera de estancieros y se fue para ahí. Estos, después
de reconocerlo le contaron que su mujer había muerto en la miseria. Y mientras
tomaba unos tragos se consoló al encontrarse con sus dos únicos hijos que le
cuentan sus historias.
25. HIJO MAYOR: LA
PENITENCIARIA: Cuenta su soledad y la pobreza en la que vivía. Trabajo como
peón con un patrón que hacia su vida un calvario. Pero un día mataron a un
boyero y lo culparon a él sin tener nada que ver, y el y dos más fueron a la
cárcel. En tal terrible soledad, oye el latido de su pecho y piensa en su madre, padre y hermano. Cuenta que por más fuerte
que sea el hombre, también sufre, gime, llora y calla metido en aquel infierno.
Lamentaba también el no haber aprendido a leer, y sufrió mucho al ver que a
otros presos los visitaban sus familias y a él nadie. En la cárcel no se
permitía hablar, ni matear, ni cantar, ni fumar. Luego les pide que guarden en
su memoria lo que les acaba de decir, pues sino tendrán que sufrir mucho si no
creen en su verdad.
26. HIJO MENOR: Cuenta
que vivió diez años entre extraños, hasta que lo encontró una tía que le dio
todo (cuidado, cariño, etc.) y lo nombro heredero de los bienes que tenia. Al
fallecer la vieja, heredo todo, pero como era menor el Juez le confisco la
herencia hasta que sea mayor. Le nombro un tutor y paso al cuidado de
este.
27. El juez trajo a un
viejo medio cimarrón (salvaje), muy renegado y muy ladrón que lo llamaban
Vizcacha. Andaba rodeado de perros que eran todo su placer. Carneaba noche a
noche alguna res (vaca, chancho, etc.) en el pago dejando allí el rezago,
alzaba en ancas el cuero, que se lo vendía a un pulpero por yerba, tabaco y
trago. Le tenía rabia a las vizcachas. -"Cuando el juez me lo nombro tutor
me dijo que era un señor, me iba a enseñar a trabajar y darme la educación,
pero en realidad era todo lo contrario. Vizcacha, según un amigo mío, mato a su
mujer de un palazo porque le dio un mate frio. Soñaba siempre con ella y decía
que ella desde el mismo infierno lo estaba llamando a gritos."-
28. -"Solo me
aconsejaba cuando estaba borracho."- Le decía que se haga amigo del juez y
nunca le lleve la contra; que nadie le tenga envidia; y que si buscaba vivir
tranquilo que no se case. Le aconseja que sea necesario llevar armas. Luego de
estos consejos se quedaba dormido por la borrachera.
29. -"El viejo
vizcacha cayó enfermo y empeoraba. Entonces le traje una curandera a ver si
mejoraba. Al verlo dijo que tenía un tubérculo y no le dio mucho tiempo de
vida. Vizcacha le pedía a gritos al diablo, que se lo llevara al infierno.
Cuando ya no pudo hablar más, le ate una campana en la mano. Pero al poco
tiempo falleció."-
30. -"Cuando lo
vi muerto, le cobre un miedo terrible. Llame al alcalde y a tres o cuatro de
sus vecinos. Los vecinos le pedían a Dios que le perdone todo lo que había
hecho. Sus amigos comienzan a contar las maldades que hacía, como escupir
asados ajenos. Esta costumbre se la quito un mulato desertor que le llamaban barullo,
quien una noche, luego de escupir el asado Vizcacha, le largo una puñalada,
pero el viejo gano la puerta y se fue."- Luego el alcalde comenzó a
registrar la casa. Encontró lazos, cabrestos, coyundas, maniadores, una punta
de arreadores, cinchones, maneas, torzales, una porción de bozales, un montón
de tiradores, y unas cuantas cosas más. Pero las personas allí presentes
empezaron a reconocer cosas, supuestamente suyas, y a llevárselas. Cuando se
fueron todos, el juez le dijo al huérfano que "el iba a ser el heredero y
el que se haría cargo de todo", aunque lo que había quedado eran todas
porquerías.
31. -"Al verme
solo con el finado (muerto) y los perros me puse a llorar a gritos. Me saque el
escapulario y se lo colgué a mi tutor. Mientras tanto, los perros, para
aumentar mi miedo y mi tormento, se pusieron a llorar. Agarre lo que era mío y
me fui. Después me entere que esa tarde vino un peón y lo enterró. Pero al otro
día amaneció con una mano afuera, y según el enterrador, que se la había comido
un perro. Por mucho tiempo no pude saber lo que me pasaba. Todas las noches
soñaba con viejos, perros y guascas (látigos)."-
32, -"No volví
por lo del juez, por miedo a que me nombre a otro tutor. El juez me había
prometido que cuidaría de mis cosas hasta que tenga 30 años y sea mayor de
edad. Viví por ahí y fui víctima del más desdichado amor con una viuda. Fui a
ver a un adivino para ver si me curaba de todos esos males que me habían
ocurrido, y me dijo que me habían hecho daño en un mate y me habían querido
embrujar, y me paso una pluma de avestruz. Me dijo que la causante de esto
había sido la viuda y que probara una receta, pero esta no curo mis males. Me
dio otra pero tampoco funciono. Finalmente me dijo que le corte tres motas a un
negro y que las hirviera en leche. Pero como ninguna funciono, me fui a ver al
cura y este me dijo que la viuda no se podía casar porque se lo había prometido
a su marido moribundo, y que entonces me aleje de la mujer. Pero el cura le
dijo al juez que yo era un cabeza dura y no tenia compostura, y este me echo a
la frontera"-
33. Martin Fierro y
sus dos hijos festejaban el reencuentro. En ese momento, vino un mozo forastero
que venía de la frontera y les pidió la bendición. Les dijo que el nombre de
Picardía era lo único que llevaba y para contar su historia a todos les pedía
licencia, diciéndoles que enseguida iban a saber quién era. La gente se puso
atenta y Picardía comenzó a cantar.
34. PICARDIA: -"
Me quede huérfano y no pude conocer a mi padre, siendo mi madre Inocencia me
llamaban Picardía. Primero me llevo a su lado un hombre para cuidar las ovejas,
pero todo el día eran quejas y guascazos. Luego me fui a Santa Fe buscando
mejores fines, pero también me fue mal. Ya pensaba en volverme, cuando salieron
unas tías que quisieron recogerme. Ellas se pasaban el día rezando, y luego me
obligaron a mí. Yo rezaba sin dificultad todo el día pero a la noche no podía.
Por culpa de una morena que me hacia tentar, rezaba pero me equivocaba. Y un
día me aburrí de esos enriados y me fui."-
35. -"Anduve,
siendo pobre, de lado a lado. Pero cuando empecé a ganar plata, me tuve que
volver. Cuando vine me enrolaron en la Guardia Nacional. Comenzó a trabajar en
combinación con el dueño de una fonda (especie de hotel-casino), jugando cartas
y peleando a la gente. Hacia trampas así los clientes se entusiasmaban o se
ponían nerviosos y jugaban más. Como hacia trampa con arte y no me descubrían
lo hacía en todos los juegos."-
36. -" Un
día, un vendedor ambulante napolitano se vino a jugar haciéndose el chiquito
para sacarme ventaja, pero perdió todo, y se puso a llorar mientras yo me
llevaba toda su mercadería. Seguí ganando, hasta que se presento un Oficial de
Partida, que era ñato (de nariz chata), que me exigió que pagara una multa
porque el juego estaba prohibido y que me iba a llevar al cuartel. Dos veces
nos encontramos y dos veces lo insulte. Todo se complico, cuando intente
conquistar a la mujer que le gustaba al ñato, y ahí se me declaro
enemigo."-
37. -"Me escape
de él en muchas oportunidades, hasta que me agarro en las elecciones, y me
quiso obligar a votar por quien quería el Comité. Pero le dije que
"Respeto al que me respeta, pero el naipe y la boleta nadie me la ha de
tocar". En ese momento cayo la policía y fui a parar al cepo por no querer
pelear."-
38. A los pocos días,
hicieron citar la gente para reunir un contingente y mandar a la frontera. La
mayoría eran los que no habían votado por el que la Partida quería. Llego el
Comandante y comenzó a explicarles uno por uno porque los mandarían a la
frontera. Luego empezaron a acumularse más personas, y aunque sus familias
lloraran y pidieran compasión, era inútil.
39. -"Luego llego
mi turno y estaba asustado. El comandante me decía que era un jugador, un vago
un picaflor, y que había de ser un bandido como mi padre, a pesar de que no lo
conocía. Me empeñe en averiguarlo, y me entere que era el guapo sargento Cruz.
Yo conocía bien su historia y jure tener enmienda. Todo conseguí olvidar, pero
el nombre de Picardía no me lo pude quitar."-
40. -"Serví en la
frontera en un cuerpo de milicia, por culpa de un ñato. Pero allí trabajaba y
se hacía sacrificio, y no pagaban nada ni daban ropa. El comisario cuando venía
con la paga, por "mala suerte" esta era del contingente anterior.
Cuando se cansaban de alguno de nosotros, lo largaban sin ropa ni nada para que
vuelva a su partido, sin darle ningún papel que acredite su
servicio."-
41. -"En la
frontera lo pasaba como todos, pero cuando me eligieron asistente mejor, en
cierto modo, supe hacerme lugar al lado del Ayudante. Este se la pasaba siempre
leyendo porque quería recibirse de fraile, era delicado, pero jamás lo vi
disgustado. La gente lo aborrecía y lo llamaba "La Bruja", aunque lo
único que hacía era recibir las raciones de víveres y de vicios. Pero los milicios
decían que yo y la bruja los estábamos traicionando a todos con sus raciones.
Esto no era cierto, porque nosotros los traíamos, pero lo recibía el
comandante, que sacaba cuanto quería. Luego pasaba al oficial de semana, al
sargento, al cabo y por ultimo recién al soldado, y cuando llegan a este ya
casi no quedaba ración. El vestuario era otro infierno; si lo daban, llegaba en
invierno el de verano, y en verano el de invierno. Por estas razones parece que
el gaucho tiene algún pecado que pagar."-
42. Esto canto
Picardía y después guardo silencio. Mientras todos celebraban ese casual
encuentro, llego también un moreno. Este presumía de cantor y se creía bueno,
se sentó y le pego un rasgado a la guitarra desafiando a Martin Fierro. Este, que
siempre se halla dispuesto, tomo la guitarra y los dos comenzaron a
cantar.
43. Fierro explica que
el hombre debe mostrarse cuando llegue la ocasión, hace mal en que se niegue o
en que se lo rueguen; y dice que hará gemir las cuerdas hasta que las velas no
ardan. Cuenta que era costumbre del cantar las noches enteras. El moreno le
dice que él es un pobre guitarrero y da gracias a Dios por poder cantar con
alguien que lo experimenta a él. El negro cuenta que tenía nueve hermanos, que
ha vivido libre sin depender de nadie, y que sabe mucho. Explica que si tiene
alguna falta al cantar que se la perdonen y que se debe escuchar al cantor,
aunque sea negro, por que aprenden todos. Fierro le replica que si la sabia
tanto, que le diga cuál es el canto del cielo. El moreno le dice que Dios había
creado a los hombres negros y blancos, pero que no hizo dos clases distintas,
pues los negros pintaban al diablo blanco, y los blancos lo pintaban de negro.
Continúa y explica que los cielos lloran y cantan hasta el mayor silencio.
Fierro, por su parte, dice que los negros y los blancos tienen los mismos
dolores, y que le relate el canto de la tierra. El moreno, a pesar de sus pocos
conocimientos, lo explico bien, y entonces Fierro le pide el canto del mar, el
de la noche, de donde nace el amor, y que explique qué entiende por ley. Como
relata todas bien, Fierro le permite al moreno que le pregunte algo. El moreno,
entonces le pregunta "¿Para qué fin el Eterno ha creado la cantidad?"
Fierro le dice que Dios creó solo la unidad, y que el hombre aprendió a contar.
Al ver que le contesto correctamente, el moreno le pregunta para que forme Dios
la medida. Fierro le contesta que la medida la invento el hombre para el bien
suyo, pues Dios no tenia que medir sino la vida del hombre. Luego el moreno le
pide que le diga que significa el tiempo y el peso. Fierro se lo relata bien, y
le dice que si quería aprender más cosas que se lo preguntara. El moreno le
dice que ninguno debe abusar de la ignorancia de nadie, que es seguro que pierda
un cantor de media talla contra otro de talla entera, que está deprimido y
triste y que solo cantaría para buscar consuelo. Cuenta que de los diez
hermanos solo quedan nueve, pues el primero murió a manos de un pendenciero,
que jamás encontró. Dice finalmente que si en otra ocasión payan, cantaran
sobre las muertes injustas que algunos hombres cometen. Fierro le responde que
por fin se había callado, que el conoció a los morenos mas peleadores, y que él
no busca peleas y que las contiendas no le gustan, pero ni las sombras lo
asustan ni los bultos lo menean.
44. Luego de las
palabras, los presentes los separaron y Fierro, sus hijos y Picardía montaron y
se dirigieron a la costa de un arroyo. Allí pasaron toda la noche, y al
amanecer meditaron, y por su estado de pobreza decidieron separarse. Antes de
hacer esto, Fierro les aconsejo.
45. Fierro los empieza a
aconsejar y le dice que estos concejos, que le ha costado adquirirlos, se los
da porque desea dirigirlos, pero que su ciencia no alcanza para darles la
prudencia que precisan para seguirlos
46. Luego se separaron
todos, una para cada punto cardinal, pero hicieron una promesa: convinieron
entre todos cambiarse el nombre. El relator explica que ha cumplido con su
deber, pero todavía le quedan rollos por si se ofrece a dar lazo, que le
permitan descansar porque en este punto (33 cantos) se planta; dice que
recordemos estas palabras "En mi obra he de continuar hasta dárselas
concluidas, si el ingenio o si la vida no me llegan a faltar", y que si algún
día faltasen, los gauchos sentirán tristeza en el corazón y lo tendrán en su
memoria para siempre. "Que nadie se ofenda si canto de este modo no es
para mal de ninguno si no para bien de todos".