MARTIN FIERRO

MARTIN FIERRO

miércoles, 5 de noviembre de 2014

HISTORIA

HIJO MAYOR DE MARTIN FIERRO

En el Capitulo 12, Cuenta su soledad y la pobreza en la que vivía. Trabajo como peón con un patrón que hacia su vida un calvario. Pero un día mataron a un boyero y lo culparon a él sin tener nada que ver, y el y dos más fueron a la cárcel. En tal terrible soledad, oye el latido de su pecho y piensa en su madre, padre y hermano. Cuenta que por más fuerte que sea el hombre, también sufre, gime, llora y calla metido en aquel infierno. Lamentaba también el no haber aprendido a leer, y sufrió mucho al ver que a otros presos los visitaban sus familias y a él nadie. En la cárcel no se permitía hablar, ni matear, ni cantar, ni fumar. Luego les pide que guarden en su memoria lo que les acaba de decir, pues sino tendrán que sufrir mucho si no creen en su verdad.




HIJO MENOR DE MARTIN FIERRO

Cuenta que vivió diez años entre extraños, hasta que lo encontró una tía que le dio todo (cuidado, cariño, etc.) y lo nombro heredero de los bienes que tenia. Al fallecer la vieja, heredo todo, pero como era menor el Juez le confisco la herencia hasta que sea mayor. Le nombro un tutor y paso al cuidado de este.

El juez trajo a un viejo medio cimarrón (salvaje), muy renegado y muy ladrón que lo llamaban Vizcacha. Andaba rodeado de perros que eran todo su placer. Carneaba   a noche alguna res (vaca, chancho, etc.) en el pago dejando allí el rezago, alzaba en ancas el cuero, que se lo vendía a un pulpero por yerba, tabaco y trago. Le tenía rabia a las vizcachas. -"Cuando el juez me lo nombro tutor me dijo que era un señor, me iba a enseñar a trabajar y darme la educación, pero en realidad era todo lo contrario. Vizcacha, según un amigo mío, mato a su mujer de un palazo porque le dio un mate frio. Soñaba siempre con ella y decía que ella desde el mismo infierno lo estaba llamando a gritos."-
-"Solo me aconsejaba cuando estaba borracho."- Le decía que se haga amigo del juez y nunca le lleve la contra; que nadie le tenga envidia; y que si buscaba vivir tranquilo que no se case. Le aconseja que es necesario llevar armas. Luego de estos consejos se quedaba dormido por la borrachera.
-"El viejo vizcacha cayo enfermo y empeoraba. Entonces le traje una curandera a ver si mejoraba. Al verlo dijo que tenía un tubérculo y no le dio mucho tiempo de vida. Vizcacha le pedía a gritos al diablo, que se lo llevara al infierno. Cuando ya no pudo hablar más, le ate una campana en la mano. Pero al poco tiempo falleció."-
-"Cuando lo vi muerto, le cobre un miedo terrible. Llame al alcalde y a tres o cuatro de sus vecinos. Los vecinos le pedían a Dios que le perdone todo lo que había hecho. Sus amigos comienzan a contar las maldades que hacía, como escupir asados ajenos. Esta costumbre se la quito un mulato desertor que le llamaban barullo, quien una noche, luego de escupir el asado Vizcacha, le largo una puñalada, pero el viejo gano la puerta y se fue."- Luego el alcalde comenzó a registrar la casa. Encontró lazos, cabrestos, coyundas, maniadores, una punta de arreadores, cinchones, maneas, torzales, una porción de bozales, un montón de tiradores, y unas cuantas cosas más. Pero las personas allí presentes empezaron a reconocer cosas, supuestamente suyas, y a llevárselas. Cuando se fueron todos, el juez le dijo al huérfano que "el iba a ser el heredero y el que se haría cargo de todo", aunque lo que había quedado eran todas porquerías.
-"Al verme solo con el finado (muerto) y los perros me puse a llorar a gritos. Me saque el escapulario y se lo colgué a mi tutor. Mientras tanto, los perros, para aumentar mi miedo y mi tormento, se pusieron a llorar. Agarre lo que era mío y me fui. Después me entere que esa tarde vino un peón y lo enterró. Pero al otro día amaneció con una mano afuera, y según el enterrador, que se la había comido un perro. Por mucho tiempo no pude saber lo que me pasaba. Todas las noches soñaba con viejos, perros y guascas (látigos)."-
-"No volví por lo del juez, por miedo a que me nombre a otro tutor. El juez me había prometido que cuidaría de mis cosas hasta que tenga 30 años y sea mayor de edad. Viví por ahí y fui víctima del más desdichado amor con una viuda. Fui a ver a un adivino para ver si me curaba de todos esos males que me habían ocurrido, y me dijo que me habían hecho daño en un mate y me habían querido embrujar, y me paso una pluma de avestruz. Me dijo que la causante de esto había sido la viuda y que probara una receta, pero esta no curo mis males. Me dio otra pero tampoco funciono. Finalmente me dijo que le corte tres motas a un negro y que las hirviera en leche. Pero como ninguna funciono, me fui a ver al cura y este me dijo que la viuda no se podía casar porque se lo había prometido a su marido moribundo, y que entonces me aleje de la mujer. Pero el cura le dijo al juez que yo era un cabeza dura y no tenia compostura, y este me echo a la frontera"-



PICARDIA (HIJO DE CRUZ)

-" Me quede huérfano y no pude conocer a mi padre, siendo mi madre Inocencia me llamaban Picardía. Primero me llevo a su lado un hombre para cuidar las ovejas, pero todo el día eran quejas y guascazos. Luego me fui a Santa Fe buscando mejores fines, pero también me fue mal. Ya pensaba en volverme, cuando salieron unas tías que quisieron recogerme. Ellas se pasaban el día rezando, y luego me obligaron a mí. Yo rezaba sin dificultad todo el día pero a la noche no podía. Por culpa de una morena que me hacia tentar, rezaba pero me equivocaba. Y un día me aburrí de esos enredos y me fui."-

-"Anduve, siendo pobre, de lado a lado. Pero cuando empecé a ganar plata, me tuve que volver. Cuando vine me enrolaron en la Guardia Nacional. Comenze a trabajar en combinación con el dueño de una fonda (especie de hotel-casino), jugando cartas y peleando a la gente. Hacia trampas así los clientes se entusiasmaban o se ponían nerviosos y jugaban más. Como hacia trampa con arte y no me descubrían lo hacía en todos los juegos."-

-" Un día, un vendedor ambulante napolitano se vino a jugar haciéndose el chiquito para sacarme ventaja, pero perdió todo, y se puso a llorar mientras yo me llevaba toda su mercadería. Seguí ganando, hasta que se presento un Oficial de Partida, que era ñato (de nariz chata), que me exigió que pagara una multa porque el juego estaba prohibido y que me iba a llevar al cuartel. Dos veces nos encontramos y dos veces lo insulte. Todo se complico, cuando intente conquistar a la mujer que le gustaba al ñato, y ahí se me declaro enemigo."-

-"Me escape de él en muchas oportunidades, hasta que me agarro en las elecciones, y me quiso obligar a votar por quien quería el Comité. Pero le dije que "Respeto al que me respeta, pero el naipe y la boleta nadie me la ha de tocar". En ese momento cayo la policía y fui a parar al cepo por no querer pelear."-
A los pocos días, hicieron citar la gente para reunir un contingente y mandar a la frontera. La mayoría eran los que no habían votado por el que la Partida quería. Llego el Comandante y comenzó a explicarles uno por uno porque los mandarían a la frontera. Luego empezaron a acumularse más personas, y aunque sus familias lloraran y pidieran compasión, era inútil
-"Luego llego mi turno y estaba asustado. El comandante me decía que era un jugador, un vago un picaflor, y que había de ser un bandido como mi padre, a pesar de que no lo conocía. Me empeñe en averiguarlo, y me entere que era el guapo sargento Cruz. Yo conocía bien su historia y jure tener enmienda. Todo conseguí olvidar, pero el nombre de Picardía no me lo pude quitar."-
-"Serví en la frontera en un cuerpo de milicia, por culpa de un ñato. Pero allí trabajaba y se hacía sacrificio, y no pagaban nada ni daban ropa. El comisario cuando venía con la paga, por "mala suerte" esta era del contingente anterior. Cuando se cansaban de alguno de nosotros, lo largaban sin ropa ni nada para que vuelva a su partido, sin darle ningún papel que acredite su servicio."-

-"En la frontera lo pasaba como todos, pero cuando me eligieron asistente mejor, en cierto modo, supe hacerme lugar al lado del Ayudante. Este se la pasaba siempre leyendo porque quería recibirse de fraile, era delicado, pero jamás lo vi disgustado. La gente lo aborrecía y lo llamaba "La Bruja", aunque lo único que hacía era recibir las raciones de víveres y de vicios. Pero los milicios decían que yo y la bruja los estábamos traicionando a todos con sus raciones. Esto no era cierto, porque nosotros los traíamos, pero lo recibía el comandante, que sacaba cuanto quería. Luego pasaba al oficial de semana, al sargento, al cabo y por ultimo recién al soldado, y cuando llegan a este ya casi no quedaba ración. El vestuario era otro infierno; si lo daban, llegaba en invierno el de verano, y en verano el de invierno. Por estas razones parece que el gaucho tiene algún pecado que pagar."-